Cierto día dijo un ratón en su agujero:
no hay virtud más amable y estupenda
que la fidelidad: por eso quiero
tan de veras al perro perdiguero.
Un gato replicó: Pues esa virtud
yo la tengo también... Aquí se asusta
mi buen ratón, se esconde,
y torciendo el hocico, le responde:
¡Cómo la tienes tú!... Ya no me gusta.
Moraleja: La alabanza que muchos creen justa,
injusta les parece,
si ven que su contrario la merece
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